Conozcan a Gláucia, la primera miembro de la cooperativa de H360 que dejó la prisión y continúa trabajando para la marca Tereza

Conozcan a Gláucia, la primera miembro de la cooperativa de H360 que dejó la prisión y continúa trabajando para la marca Tereza

Gláucia estaba cumpliendo seis años en la prisión (régimen cerrado) por tráfico de drogas cuando se unió a la cooperativa de manualidades que el Instituto Humanitas360 implementó en la Cárcel de Mujeres 2 de Tremembé, San Pablo. Al poco tiempo, se ganó el derecho a tener un regimen semi-abierto, que solo requería que ella volviera a la noche a la cárcel, a dormir. Sin embargo, Gláucia no aceptó ese privilegio y se quedó para poder ayudar a sus compañeras en el desarrollo del negocio. En septiembre del año pasado, se convirtió en la primera miembro de la cooperativa en ser liberada de prisión, y sigue ayudando con el negocio, haciendo productos para la marca Tereza.

“Quería aprender sobre la oferta y aprendí que necesitamos trabajar primero y crear la cooperativa para que podamos obtener ganacias. Tenemos que creer, y yo creí”, dijo Gláucia Tomaz, 41. Con ciertas métricas de producción a cumplir, Gláucia trabaja desde su casa en la ciudad de Cruzeiro, en las afueras del estado de San Pablo. Ella teje crochet y cose para la línea de productos artesanales.

Es la primera vez que Gláucia tiene una ocupación profesional. Cuando tenía 11 años, descubrió que había sido adoptada. A los 12, empezó a consumir drogas, y a los 14 dio a luz a su hijo Akinaton. “Hice lo que pude para alimentarnos a mi hijo y a mi”, dijo Gláucia. Empezó con delitos menores hasta que conoció a José Sérgio Thomaz. Se casaron y tuvieron dos hijas, Amine y Ayla.

Con su primer hijo también involucrado en drogas, Gláucia fue arrestada y condenada, pero tuvo el privilegio de poder cumplir con arresto domiciliario por tener hijos menores de 12 años. Sin embargo, como no asistió a las audiencias, la condenaron a cumplir con la sentencia en prisión. Mientras estuvo en la cárcel, su marido falleció y ella no pudo asistir al funeral. “Mi vida se volvió una locura en ese lugar. Conocés gente que robó bancos, participó de tráfico internacional, asesinó, violó…ahí yo me volví para mi misma, no me relacionaba con nadie. Leía un montón. Soy kardesiana así que leí muchos libros de espiritismo”, dijo Gláucia.

El día que nos brindó esta entrevista, Gláucia estaba en San Pablo participando – junto con el equipo de H360- del mercado callejero Buenas Artes, que tuvo lugar en la avenida Paulista, atrás del parque Trianon. Allí, se reunió con personas que nunca se habían vinculado con una exreclusa o que nunca antes habían visitado una prisión. La gente se paraba a ver los productos y se maravillaba con la historia de Gláucia.

Ya fuera de prisión, su trabajo incluye promocionar la marca Tereza y ser la vocera de aquellos que nunca fueron escuchados. “En lo que a mi respecta, la cooperativa va a crecer. Las reclusas que están allí, una vez que sean liberadas y no tengan dónde ir, tendrán que trabajar para poder tener dinero para conseguir un lugar para dormir y comprar comida”, dijo Gláucia. “Esto realmente promueve la resocialización, y le da una oportunidad a alguien que ya pagó por lo que hizo y que ahora tiene el derecho a cambiar. Hoy estoy feliz de ser un miembro de la cooperativa”.