El Cáñamo puede posicionar a Brasil en el camino de la revolución verde

Por Marcelo de Vita Grecco y Patrícia Villela Marino*

 

La mayor dificultad enfrentada por Brasil en el año 2020, fue la trágica pérdida de millares de vidas en medio de la pandemia del nuevo coronavirus. Sin embargo, otros problemas ya enfrentados hace algunos años, ganaron una mayor dimensión. El Covid-19 deja también un rastro severo de crisis económica. Aparte de esto, el frecuente aumento de la desforestación y las evidencias del debilitamiento de las políticas ambientales, colocaron al país sobre presión de gobiernos e inversionistas internacionales. De hecho, el caos en la salud hace que casi todos los países, sufrieran en su economía y también muchos poseen una degradación ambiental acentuada. Sin embargo, pocos poseen condiciones naturales y técnicas, ideales para impulsar una nueva actividad económica promisoria y sustentable. Brasil tiene esa posibilidad, con el cultivo y la creación de un ecosistema de mercado en torno del cáñamo.

El cáñamo o hemp, como es conocido internacionalmente, es una especie de la cannabis, sin ningún principio psicoactivo, ya que contiene en lo máximo, 0,3% de tetrahidrocanabinol (THC), substancia responsable por el “entorpecimiento” obtenido con el uso adulto de la marihuana. Ese es el caso por ejemplo, de todas las variedades de la Cannabis sativa L, autorizadas por el catálogo de la Unión Europea. Esclarecer y difundir ese punto es extremamente importante, para que tanto la sociedad y los gobernantes puedan debatir la legislación y los marcos regulatorios para el cultivo de la planta de forma adecuada.

Absolutamente todo lo del cáñamo puede ser aprovechado, incluyendo hasta los residuos oriundos de la colecta y de su propio procesamiento. Sobre la óptica de la sustentabilidad, la producción del cáñamo demanda menos insumos que la mayoría de las otras culturas de fibras. El agua y los defensivos agrícolas son usados en dosis bajas y la mitad de la fertilización necesaria es natural. Esto llevando en consideración, la siembra al aire libre o en invernaderos. Al final, no tiene sentido legalizar o al mismo tiempo considerar el cultivo interno del cáñamo, ya que la planta no ofrece ningún riesgo. Esas ventajas son expresivas, pero no se detienen por allí.

El cáñamo tiene un fuerte poder de neutralización del carbono. En comparación una hectárea de la planta puede capturar hasta 13,4 toneladas de CO2, potencial similar al de la misma área de floresta tropical. Usado como cultura de captura, el cáñamo mejora el rendimiento de culturas subsecuentes y restaura la salud del suelo.

Aparte que el sistema radicular del cáñamo permite a la planta, actuar en la fito remediación y fito extracción en medios terrestres y acuáticos. Es decir, ejerce un papel de purificación de contaminaciones por metales pesados y otros elementos químicos. Apenas para ejemplificar ese potencial, hay experimentos de cultivo en suelos de la región de Chernobyl, en Ucrania, para remoción de los contaminantes peligrosos del peor accidente nuclear de la historia.

Abordando una perspectiva correlacionada de aliar, tanto el fortalecimiento económico y la sustentabilidad, el cáñamo también ofrece grandes posibilidades. Sus fibras pueden originar energía verde, es decir, limpia, sustentable y confiable, ayudando a disminuir la dependencia de combustibles fósiles. Su biomasa de alto rendimiento propicia una alternativa renovable, para la producción de biocombustibles. Aparte de esto, el aprovechamiento de residuos de las colectas de las plantas, podría favorecer mucho la disponibilidad universal de esa fuente de energía durante todo el año, con unos precios accesibles.

En la construcción civil, también existe la opción más sustentable, como lo es el concreto de cáñamo, también conocido como hempcrete. Fibras de la planta mezcladas con caliza en polvo y agua generan un concreto leve, fuerte y no tóxico para paredes, techos y pisos. El material natural es respirable, proporciona a su vez un óptimo control térmico y de la humedad, sin la emisión de gases venenosos o la utilización de solventes.

Además, el mundo observará el crecimiento exponencial en la utilización de bioplasticos para la base de cáñamo en los próximos años. El compuesto biodegradable puede tener aplicaciones en envoltorios, impresiones 3D e incluso en la industria automovilística. Recientemente la Porsche, desenvolvió un modelo de carro de carrera con una carrocería a base de fibra de cáñamo.

Abarcando todo, tenemos cerca de 25 mil posibilidades de productos, para el uso del cáñamo en los más diversos segmentos, incluyendo textiles, papel, cuerdas, tinta, alimentación animal, alimentos y suplementos alimenticios, cosméticos y preparaciones medicinales. El mercado de los Estados Unidos ya moviliza más de US$ 1 billón por año y está en franco crecimiento, con destaque para productos de cuidados personales, aplicaciones industriales, en el sector alimenticio y en la industria textil, aparte del uso medicinal del canabidiol.

Promover la producción y el acceso a las fuentes de energías renovables, seguras y eficientes, incluso como aumentar la utilización de materias primas que permitan la conservación del medio ambiente y reduzcan el desperdicio, están en el centro de las urgentes metas de desenvolvimiento sustentable para el año 2030. La creación del mercado en torno del cultivo y del procesamiento del cáñamo, se dirige al encuentro de esos propósitos. Con las condiciones climáticas ideales y el inmenso potencial agrícola, Brasil puede abrir nuevos horizontes, creando un ejemplo a ser seguido globalmente.

Diversos países ya están abrazando la revolución verde del cáñamo. Sin embargo, Brasil claudica todavía, en discusiones legislativas, marcadas por preconceptos y mucha desinformación. La sociedad brasilera tiene la oportunidad de iniciar un nuevo trayecto de prosperidad. Y nuestro medio ambiente la posibilidad de contar con una actividad productiva amigable. ¿Cuál rumbo vamos a seguir?

 

* Marcelo de Vita Grecco es el co-fundador y cabeza de desenvolvimiento de negocios en la The Green Hub. Patrícia Villela Marino es la presidenta del Instituto Humanitas360 y co-fundadora de CIVI-CO, comunidad de emprendedores sociales.