América Latina es el hogar de solo el 8 por ciento de la población mundial, pero tiene el 38 por ciento del total de homicidios del planeta. La información del 2017 muestra que de las 50 ciudades más violentas del mundo, 42 se encuentran en la región: 17 en Brasil, 12 en México, 5 en Venezuela, 3 en Colombia, 2 en Honduras y 1 en El Salvador, Guatemala, y Jamaica. Más de 140 000 personas son asesinadas cada año en América Latina – alrededor de 60 000 solo en Brasil.
¿Cómo entender tanta violencia en una región con tanta riqueza cultural y conocida por su festividad y cordialidad? ¿Cómo revertir un escenario que empeora cada año? Estos son los temas centrales que guían el trabajo del Instituto Humanitas360.
Se reconoce que el origen de esta violencia deriva de dos elementos principales. La Organización de los Estados Americanos, investigadores reconocidos en el campo y miembros importantes de medios internacionales coinciden en que la guerra contra las drogas, apoyada por Estados Unidos en todo el continente durante las últimas décadas, creó una cultura que promovió la situación actual. Los expresidentes, incluyendo a Jimmy Carter y Bill Clinton por los Estados Unidos, y a Fernando Henrique Cardoso por Brasil, apoyan este argumento con fuerza.
El segundo elemento que produjo esta situación explosiva y trajo el caos que existe hoy en día fue la política de encarcelamiento masivo. Es indiscutible que las cárceles de América Latina se han transfomado en incubadoras de las facciones criminales. La sobrepoblación de presos incrementó la fuerza de los grupos criminales, convirtiéndolos en grandes organizaciones que, además, funcionan a nivel internacional. Este es el caso del Primer Comando de la Capital (PPC), creado en San Pablo, Brasil, como figura en los documentos de la Junta de Inmigración y Refugiados de Canada.