Cooperativa de reclusas produce artesanías con diseños únicos
Como parte del lanzamiento del Proyecto de Humanitas360 para crear la segunda cooperativa formada por prisioneras en Brasil, el diseñador Renato Imbroisi brindó un taller para 50 reclusas de la Segunda Penitenciaria para Mujeres en Tremembé, en el estado de San Pablo. La iniciativa -inspirada en la acción original del Centro de Recuperación para Mujeres (CRF por sus siglas en inglés) en Ananindeua, ubicado en las afueras de Belém, en el estado de Pará- forma parte de la asociación entre H360, el Departamento de Administración Penitenciaria (SAP/SP) y el Departamento Estatal de Cumplimiento Penal (Deecrim/SP).
El proyecto fue desarrollado con el apoyo del Consejo de la Comunidad de Taubaté (CCVEC) y un grupo de voluntarios que viven en la zona, lo que asegura el cumplimiento de la ley en el día a día. “Nuestro trabajo consiste en establecer una conexión humana entre las prisioneras”, dice Maria Teresa Ivo, presidenta del Consejo.
El diseñador Renato Imbroisi tiene una larga historia de contribución a los servicios sociales, en especial, con las comunidades de artesanos en Brasil y en los países de África. Suele acompañarlo la diseñadora Cristiana Pereira Baretto. Ellos buscan desarrollar talentos manuales -desde bordado hasta crochet, pasando por la costura y la pintura- con los prisioneros elegidos para el programa. Imbroisi dice que su mayor objetivo no es solo lograr que desarrollen una nueva habilidad sino también que “desarrollen confianza, relaciones y voluntad para escuchar a otros”.
De acuerdo con una investigación llevada a cabo por los coordinadores de la primera cooperativa brasilera en Ananindeua, en Pará, de las 209 mujeres que formaron parte de la Cooperativa de Arte para Mujeres (COOSTAFE), ninguna volvió a delinquir. Carmen Botelho, directora de la Penitenciaria para Mujeres en Pará, afirma que la cifra comprueba que el éxito de la reinserción está directamenten vinculado a las oportunidades que se les da a las prisioneras mientras se encuentran en la cárcel.
“La misma sociedad que exige la reinserción exitosa de los prisioneros, es la que se niega a ofrecer cualquier tipo de oportunidad a los presos que realmente se encuentran en condiciones de cambiar”, dijo Botelho. Por lo tanto, además de mantener a las reclusas ocupadas, las cooperativas también les dan un propósito, una fuente de ingresos y hace que sea menos probable que vuelvan a la vida criminal. Al igual que ocurre en Belém de Pará, también se les brindará apoyo a las prisioneras de San Pablo para administrar el dinero de las ventas y se les permitirá enviarles dinero a sus familiares. “Aquí en la prisión, ayudamos a las reclusas a convertirse en emprendedoras”, dijo Botelho.
El modelo de H360 utilizado en San Pablo está perfeccionado con respecto a su predecesor en Pará y cuenta con tres factores nuevos. Primero, el apoyo del Consejo de la Comunidad, que colabora con la relación entre los empleados de la prisión y las reclusas, así como con el cumplimiento de la ley, lo que resulta indispensable para el éxito del proyecto.
Segundo, un diseño más específico para los artesanos, y finalmente, la creación de una marca con una fuerte estrategia de marketing. Estos puntos clave harán que resulte más fácil comercializar y vender los productos hechos por las prisioneras al sector de la sociedad con mayor poder adquisitivo y así, obtener mayores ganancias para la cooperativa.
La cooperativa de Tremembé es el Segundo Proyecto lanzado en Brasil, y ya ha mostrado su efectividad con respecto al primer taller al que asistieron el Consejo, los diseñadores, las prisioneras y el equipo de H360. De acuerdo con una de las prisioneras, Juliana de 32 años, la iniciativa muestra que “la sociedad no nos olvidó. Es una oportunidad para empezar de nuevo”. Motivado con el mismo principio, Imbroisi resumió el primer evento: “Todos saben las cosas buenas y malas que hicieron. Aquí, vamos a empezar algo bueno, algo nuevo”.