“Es necesario florecer de nuevo”, afirma el artista Guilherme Kramer después de crear el mural de la Cooperativa Social Cuxá
Guilherme Kramer fue el artista invitado para darle color a la fachada de la Cooperativa Cuxá, en la Unidad Penitenciaria Femenina de São Luís, en Maranhão. En una de sus publicaciones en redes sociales, el artista comenta que entendió que fue más que un trabajo, fue un llamado. «En medio de la pandemia apareció uno de los trabajos más intensos y gratificantes: era un llamado! El coraje de pintar y transformar ese espacio hablo más alto. Y ese espacio me transformó también, es imposible salir igual después de todo ese proceso».
Para el trabajo en el mural de la Cooperativa Cuxá, la propuesta fue usar los colores y varios rostros como una oportunidad de, como dice el artista, traer la riqueza de las calles brasileras tan vividas, tan llenas de expresiones humanas, dentro de aquel espacio de aislamiento. «Decidimos que íbamos a hacer el mural con muchos colores, para que los colores tuvieran un aspecto terapéutico, una cromoterapia. La idea era llevar los rostros, memorias colectivas, la noción de la cooperativa, personas que se juntan en pro de un bien común. Para personas que no pueden salir para la calle, tener esta variedad de texturas, rostros y expresiones me pareció interesante», expresa el artista.
El trabajo duró cerca de 15 días y movilizó todo a su entorno. El artista contó que todos alrededor se involucraron con el proceso de producción de la obra y se relacionaban con lo que estaba siendo desarrollado. «El arte es una bandera. A partir del momento en que usted está haciendo un trabajo como este, muchas cosas se desarman y aceleran los relacionamientos humanos. Los funcionarios que pasaban por ahí se tornaron amigos y se exaltaron en el trabajo. Movió con todo el entorno de los albañiles (que eran hombres presos en régimen semi abierto), de las cooperantes, de los agentes, de los sujetos que andaban con las armas haciendo la ronda. Creo que dejó más suave el ambiente.»
Durante los días de trabajo Kramer vivió un momento que él compartió en sus redes sociales, colocándole de título «el retrato como un espejo». «En el segundo día, yo ya me había dado de cara con la pintura y una de ellas me llamó y me dijo: – ¿Usted me pinta? Fui a conversar con la coordinadora e hicimos una sesión de retratos. Yo comencé pintándola a ella y después se juntaron todas a mí alrededor. Desde de ahí comenzó. Se torno una fiesta, ellas se reían, se divertían y algunas no se veían en el retrato. ¡’Pero está igual’!, las otras confirmaban. Yo firmé, coloqué el nombre de ellas y sacamos algunas fotos. Y ahí, cuando ellas ya se habían ido, la coordinadora vino a comentarme que en la penitenciaría no había espejo. Yo casi me caigo para atrás. Nosotros le dimos la oportunidad para que ellas se obsérvense y pensaran sobre ellas mismas. Fue muy bonito, increíble, yo me erice en ese instante».
El proceso de construcción y ejecución del mural fue valioso para todas las partes involucradas: el artista, las cooperadoras, el equipo que trabajo por parte del Instituto Humanitas360 y de la UPFEM. «El ser humano quiere emocionarse con algo. El nivel de violencia que todo mundo allí pasó, no significa que usted necesita ser cortado o separado de todo. Tiene que florecer de nuevo», afirma Kramer. La obra de Kramer seguirá colorando la entrada de la Cooperativa Cuxá e inspirando a las cooperadoras en su jornada de aprendizaje y transformación.