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En Brasil, la democracia jamás ha sido un dato establecido, sino una construcción cotidiana que exige vigilancia, mejoramiento continuo y amplia participación de la sociedad. En este 15 de septiembre, cuando el mundo observa el Día Internacional de la Democracia, la fecha tiene un peso especial para el contexto brasileño. En tiempos en los que parte de la población distorsiona el sentido de la amnistía para perdonar a quienes atentaron contra nuestra vida democrática, se vuelve imperativo cuestionar: ¿dónde están los espacios para el diálogo franco e informado sobre los dilemas que nos atraviesan como nación?

En 2023, el Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo una advertencia importante y verdadera: «El espacio cívico se reduce cada vez más. La desinformación y las mentiras están envenenando el discurso público, polarizando las comunidades y minando la confianza en las instituciones». Fue ante esta erosión que el Instituto Humanitas360, en alianza con el hub de impacto social CIVI-CO y el antropólogo Juliano Spyer, creó la serie «Conversaciones Difíciles» – una respuesta directa a la creciente necesidad de crear espacios cívicos genuinos.

Esta iniciativa tiene raíces en un esfuerzo anterior de comprensión de las fragilidades democráticas brasileñas. En 2018, Humanitas360 desarrolló, en asociación con The Economist Intelligence Unit, el primer Índice de Participación Ciudadana en las Américas, que evaluó siete países del continente – Brasil, Chile, Colombia, Estados Unidos, Guatemala, México y Venezuela. Brasil ocupó la 5ª posición en el ranking general, resultado influenciado sobre todo por las bajas calificaciones en los requisitos de legislación para participación ciudadana y percepción de la población sobre el ejercicio de la ciudadanía. Estos puntos de fragilidad identificados hace casi una década solo refuerzan la urgencia de iniciativas que amplíen los espacios cívicos para debate calificado.

Las primeras ediciones de «Conversaciones Difíciles», realizadas a lo largo de 2025, se enfocaron en un fenómeno que ejemplifica la complejidad de las transformaciones sociales contemporáneas: el crecimiento exponencial de la población evangélica en Brasil. Más que números – que apuntan hacia un país próximo a vivenciar un cambio religioso sin precedentes en la historia moderna –, estos encuentros revelaron capas de invisibilidad que trascienden las estadísticas superficiales.

Cuando invitamos a pastores, teólogos, investigadores y periodistas a dialogar sobre temas como el papel de las mujeres en las iglesias evangélicas o la función social desempeñada por estas instituciones en las periferias urbanas, no estábamos apenas promoviendo debates académicos. Estábamos reconociendo que los mecanismos de transformación social no son eventos aislados, sino sistemas complejos que se retroalimentan y exigen comprensión matizada.

La iglesia evangélica periférica, como demostró Spyer en sus investigaciones, funciona muchas veces como un «Estado de bienestar social informal», ofreciendo redes de apoyo donde el Estado y el mercado fallan en llegar. Esta realidad expone no solo las deficiencias estructurales de nuestro sistema público, sino también la capacidad de organización y resistencia de comunidades históricamente marginalizadas.

En este mismo 15 de septiembre, celebraremos el sentido del Día Internacional de la Democracia en una edición especial de «Conversaciones Difíciles», con la exhibición del documental «El Lugar Donde Vive la Esperanza» en el Itaú Cultural. La sesión será seguida de debate con el director, el cineasta paraibano Miguel Salvador, ampliando la reflexión sobre el campo evangélico brasileño.

Para 2026, expandiremos el alcance temático de la serie para abordar otras cuestiones centrales: seguridad pública, derechos humanos, política de drogas, justicia climática y emprendimiento cívico-social. Esta ampliación refleja nuestra convicción de que la democracia digna de un país que incluye e integra, que no segrega ni violenta, exige el enfrentamiento valiente de temas que la sociedad, con frecuencia, prefiere evitar.

La soberanía nacional, nunca tan amenazada como hoy, depende fundamentalmente de una sociedad civil fuerte y bien informada. No hay defensa democrática sin ciudadanos capaces de comprender la complejidad de los fenómenos sociales, políticos y económicos que los rodean. «Conversaciones Difíciles» representan, en ese sentido, una invitación a la capacidad reflexiva de la sociedad brasileña.

Cuando Guterres enfatizó la importancia de «capacitar a la próxima generación» para la «salvaguarda de la democracia hoy y en el futuro», tocó el núcleo del desafío que tenemos en nuestras manos. La verdadera transformación exigirá más que políticas públicas sólidas: pasará, necesariamente, por una reconstrucción radical de nuestra comprensión sobre pertenencia, ciudadanía y dignidad. Esto solo es posible a través del diálogo honesto, aun cuando – o especialmente cuando – ese diálogo nos desafía e incomoda, provocando lo que llamo «constreñimientos pedagógicos».

En esta construcción permanente que es y debe ser siempre la democracia brasileña, le corresponde a cada una y cada uno de nosotros – dentro y fuera del gobierno, en las universidades y en las calles, en empresas o en organizaciones de la sociedad civil – asumir la parte que nos toca en esta responsabilidad colectiva. Abrir espacio para el debate cívico no es mero lujo intelectual, sino necesidad política. El futuro de la democracia en Brasil depende de nuestro coraje para sostener conversaciones difíciles.

Patrícia Villela Marino, abogada, presidenta del Instituto Humanitas360 y cofundadora de CIVI-CO.

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